top of page

Mi nombre es Oliverio Morfidal soy psicólogo tengo 58 años. A la tierna edad de 12 años se me encomendó una misión muy especial consistente en conocer la mentalidad del homo sapiens en cuestiones de amor fúy a los humanos que por casualidad tuvieran la dicha de conocerme sus problemas sentimentales. No os quiero engañar, prefiero empezar como es debido, de frente y sin embustes. No tengo carrera universitaria ni falta que me hace ¿para qué? Cuando os cuente mi experiencia personal de vida comprenderéis que he sido ungido con los óleos del conocimiento místico del amor y soy capaz de solventar lo que no tiene apaño ninguno por mucho que el destino se empeñe en señalarnos lo contrario.

Nací en Poyales del Hoyo, provincia de Ávila, en pleno valle del río Tiétar. Maravilloso paraje. Si podéis haced una excursioncita, no os arrepentiréis. El verano en que cumplí los doce años en una de esas noches en las que mis amiguetes y yo íbamos a robar fruta a la huerta del tío Venancio montados todos en la burra Romera, propiedad de mi abuelo, se desencadenó una tormenta de las de aúpa. Mis tres amigos se apearon del jumento y me dejaron solo con ella. Corrían como alma que lleva el diablo. Mi abuelo siempre me advertía de que le tapara las orejas a Romerita con un sombrero si me pillaba la “tempestad” en medio del campo ya que éstas atraen a los rayos….Me dio tiempo tan solo de estirar la mano para coger el sombrerito de las alforjas. La centella entró por el rabo de la burra y salió por las quijadas. Esa fue la última visión que tuve. Curiosamente no morí porque podría haberse dado el caso, sería lo más natural… No para nada, para nada. Desperté algo cambiado eso sí con los pelos de la cabeza algo más rubios y rizados y los del pubis también más lisos; fue entonces cuando asistí a un espectáculo insólito. Un anciano me tocó en la cabeza con una vara de fresno al tiempo que pronunciaba unas palabras en un idioma extraño pero que comprendí a la perfección . Yo era “El Elegido”. Me puso en las manos las quijadas y el rabo incorrupto de la burra y me comunicó mi maravilloso cometido. Ayudaría a solventar los problemas amorosos de la gente guiado por los conocimientos depositados en estos originales instrumentos terapéuticos. ¿Qué? ¿No os lo creéis? Pues probad y preguntad lo que queráis. Sin reparos. Soy el mecánico del Amor Fú y ayudado de la quijada y de mi rabo incorrupto no hay ni habrá problema del corazón que se me resista.

bottom of page